En la pasada edición del Corredor Cultural Roma Condesa, entre las galerías participantes estaba TOCA/Galería. Presentaba varias exposiciones y la más destacable fue Objetos sagrados de Javier Peláez, un artista mexicano que nació en 1976 y que a pocos años de su debut ya ha hecho suficiente ruido y su obra no ha pasado desapercibida. Con exposiciones individuales y colectivas en su haber, ha desarrollado su estilo dentro del marco hiperrealista muy en boga en nuestros días. Con unas chelas en mano, los visitantes podían admirar el trabajo del artista, y continuar con las muestras de Héctor Velázquez o Anette Kuhn, en una onda fresa alternativa y con la lluvia como música de fondo.
En Objetos sagrados, el artista reinterpreta los objetos para cuestionar su valor en la sociedad; cubriéndolos con aluminio, retrata a sus modelos con un uso preciso de las luces y sombras creando pinturas que podrían pasar por fotografías. Un buda, un oso de peluche, una guitarra. En una sala contigua, la contraposición de un cristo cubierto sobre fondo blanco con uno sobre negro, frente a frente, daban toda la fuerza para llenar la sala.
Sus obras me intrigaron y quise conocer más sobre el trabajo del artista. Sus pinturas en definivita entran en la corriente del hiperrealismo. Con una maestría técnica poco común, puede pintar lo que quiera, solo por el hecho de saber hacerlo. Una composición cuidada similar a la de una fotografía, un trabajo perfecto para la representación de materiales y el retrato no solo físico, sino psicológico de sus modelos son las constantes de su trabajo. Definitivamente, un pintor mexicano que vale la pena conocer.
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